Este serial tiene un punto de partida... inofensivo en
apariencia. Una nave estrellada en los páramos, los alienígenas pidiendo
ayuda... Y a cambio de ella ofrecen la Axonita. Una sustancia que reacciona
ante los pensamientos, transformándose en aquello que se desee. Las
posibilidades, limitadas tan solo por la imaginación. Literalmente. También,
teniendo en cuenta que temporada de la serie es, se verá al Master. Y, desde
luego, no todo es tan sencillo ni tan bonito como se puede esperar. Todo tiene
un precio, y la Axonita es más de lo que parece a simple vista. Mucho más, y
más terrible.
Este serial es un magnífico ejemplo de historia de
invasión oculta, silenciosa. De esas que al principio parecen llenas de buenas
intenciones, pero que en realidad son mucho más oscuras y siniestras de lo que
se pueda llegar a imaginar. También hay que aplaudir los exteriores escogidos y
su uso. Muy bien escogidos y muy bien usados. Todo aquí se une para contar una
gran historia.
La trama... no la voy a desvelar. Pero si diré que de
nuevo el Master demuestra porque e el más taimado, ruin, mezquino, despreciable
y odioso enemigo del Doctor. Y de que manera. El resto del reparto cumple su
papel y lo cumple bien. Cada elemento encaja como un mecanismo bien calibrado y
dispuesto.
Mención especial para el momento en que se desvela uno de
los detalles clave de gran parte de las aventuras del 3er doctor: Los Señores
del Tiempo programaron la TARDIS para que siempre vuelva a la tierra tras un
desplazamiento. De hecho, es al final de esta historia cuando el tercer Doctor
pronuncia su famosa frase acerca de sentirse como/ser un yo-yo galáctico.
Y en su siguiente aventura, irá a un lugar muy lejano,
donde comprobará de nuevo que su propia gente a veces no merece otra cosa
que... Ya lo veréis.
¡Nos leemos!
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