Este serial empieza como tantos otros. El Doctor y Jo
Grant visitando un lugar que en principio, nada tiene que ver con lo que está
ocurriendo en otro lugar. En este caso, acuden a una prisión (un diez por
lograr una atmósfera de lo más opresivo con esos pasillos y las habitaciones)
en la que se lleva a cabo un método muy especial de reinserción... O más bien
de «cirugía mental». La prisión es Stagmoor, y el método usado es la maquina
Keller. Un artefacto que extrae los impulsos negativos del cerebro del criminal,
convirtiéndole en alguien que no represente un peligro para el común de los
ciudadanos.
Y mientras, el Brigadier y un equipo de UNIT, se encargan
de la seguridad de la primera Conferencia de Paz Mundial. Pero el delegado chino
ha muerto. Y el capitán Chin Lee se está comportando de manera extraña... ¿Que está
ocurriendo aquí? Este es el escenario de partida para una historia de lo más
interesante y que en realidad a pesar de su fama, no se haba mucho de ella.
Hay mucho de intriga política de alto nivel, de juegos de
espionaje. Y de uso de cierta máquina que es más de lo que parece. Porque
claro... los impulsos extraídos a algún sitio han de ir a parar... ¿verdad? Si,
él esta presente, no diré más, aunque es fácil imaginarse de que modo.
Personalmente, esta historia me gusta por ese aire no
tanto bondiano como de mostrar que UNIT no solo se dedica a amenazas del tipo
no humano. Hay problemas más mundanos e inmediatos... que acaban complicándose
con presencias no humanas y artefactos que son el sueño húmedo de cualquier
supervillano que se precie.
El tema tratado es más serio de lo que parece a primera
vista: Si ser pacifista merece la pena y sirve de algo o no. Un tema no por
infinitas veces planteado menos serio. Todo ello sin dejar de ser un magnífico
entretenimiento.
Y en la siguiente aventura del Doctor volveremos a
comprobar que quizás conseguir todo lo que uno desea sin esfuerzo... no es tan
bueno como parece.